¡GRACIAS POR TODO!
He aprendido muchas cosas en este año de erasmus.
He aprendido que estar fuera de casa es una guerra constante y que se hacen mejores amigos que en las trincheras. He aprendido que no importa el color de nuestra piel, el idioma que hablemos o cómo vistamos, sino tener el corazón, la mente y los brazos siempre abiertos. He descubierto que puedes enamorarte de una ciudad hasta el punto de echarte a llorar, y que la mejor forma de descubrirlas es, sin duda, perderte en ellas. He descubierto la parte buena de tener el corazón partido en muchos cachitos y también que, aunque estés a más de 3.000 kilómetros, puedes sentirte en casa.